El castillo del dragón

"Cabeza alta jovencita". Así le decía George a Nina cuando debía irse, y dejar que comenzase a vivir su vida, su nueva vida... (The object of my affection)

Pero "cabeza alta" no solo es una frase de película, sino de una vida. Una vida que comenzaba tímidamente después de años de letargo. El futuro era algo incierto, borroso todavía, pero sólo a nivel laboral. Personalmente las cosas habían cambiado, su vida era algo mejor, había dado el primer paso de un camino que tardó, mejor dicho está tardando, años en recorrer. Quizá no fue el primer paso, sino la primera etapa, el primer tramo, la primera gran subida... "Cabeza alta" ilustró un trimestre de su vida (seguramente fueron un par de semanas)... "Cabeza alta" hacía eco en sus oídos a diaro mientras salía a fumarse un pitillo.

Es probable que idolatre a quien le hacía levantar la cabeza, mirar al frente, afrontar la vida... es posible que la historia no sea así y los años la hayan dulcificado, hayan eliminado los aspectos negativos, incluso que su memoria haya jugado una buena pasada y haya inventado recuerdos...

Pero así es la memoria... selectiva, juguetona, impredecible... tan impredecible que en una de sus tardes de juegos decide jugar al escondite y no dejarse encontrar. Se introduce en el rincón más pequeño, muy quieta, en absoluto silencio. Mientras espera a ser encontrada la naturaleza crece a su alrededor: arbustos, toxos, rosas... al poco tiempo ni rastro queda de su paso hacia su escondite. Se han borrado sus huellas, se ha desvanecido su olor, casi ni se recuerda su voz.

Estaría orgullosa de leer esto si no estuviese tras la naturaleza, si los arbustos no fuesen ya un inmenso bosque en el que perderse mientras se busca el camino de vuelta a casa.